Llévame al baile, hijo, que aún no estoy tan vieja; quiero lucirme contigo bailando del brazo sujeta... Llévame al teatro, hijo, que aún no estoy tan ciega; escucharé los preludios contigo a mi lado bien cerca... Llévame a la calle, hijo, que aún tengo buenas piernas, a caminar sin rumbo fijo contigo no me sentiré vieja... Invítame a tu casa, hijo, el Domingo en la mañana, a compartir tu buena mesa y sentirme acompañada... Háblame con cariño, hijo, no me grites ni te alteres, los viejos somos como niños, nos gusta que nos mimen, nos sonrían y nos amen. Festeja mis ocurrencias, no critiques mis locuras, trataré de ser valiente aunque surjan amarguras... No me alejes de tu lado, no me hables con engaño, tengo aún mi mente clara, los recuerdos son de antaño... Ven a verme a casa, hijo, yo no te pediré nada, solamente tu presencia y contemplar tu cara... No me dejes triste y sola, no me metas en la cama, los doctores se equivocan, el dolor... está en el alma. (Se desconoce el autor)


                   



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